NAVEGANDO EN EL COSTA CLASSICA ENTRE CASABLANCA Y FUNCHAL (MADEIRA)

Foto tomada desde el camarote del Costa Classica, navegando entre Casablanca y Madeira, 13 de febrero de 2014.

Foto tomada desde el camarote del Costa Classica, navegando entre Casablanca y Madeira, 13 de febrero de 2014.

París, 16 de abril de 2014.

Querida Ofelia:

Pasamos todo el día 13 de febrero a bordo del gigantesco y elegante Costa Classica, navegando por las rutas occidentales del Océano Atlántico rumbo a Funchal, capital de la isla portuguesa de Madeira. En el mar había marejadilla al amanecer.

A lo largo del día hubo numerosas actividades bordo: piscinas, desfile de modas, bingo, conferencias, cine, quiz, gimnasia, lecciones de bachata, cha cha cha, tango, etc. Con ayuda de un vídeo muy interesante, nos dieron una clase de Geografía en la que nos explicaron que:

Los estrechos son zonas de mar comprendidas entre las tierras firmes y que separan las aguas territoriales de uno o más estados. La diferencia entre estrecho y canal depende esencialmente de la masa de agua implicada en cada lado. Si éstas son de características físicas y químicas parecidas (densidad, salinidad, temperatura) se hablará de canal (Canal de Otranto y de la Mancha), si en cambio son diferentes entre sí se hablara de estrecho. El de Gibraltar, por ejemplo, separa aguas oceánicas frías y dulces de las mediterráneas más saladas. Los estrechos han sido siempre económica y estratégicamente muy importantes, tanto por ser pasos naturales, como por ser paso obligado en las rutas de navegación internacional. Es por tanto fácil comprender la importancia de un sistema de normas específicas orientadas a equilibrar la libre navegación, principio fundamental de las aguas internacionales, con el ejercicio de la soberanía de los estados costeros. En la antigüedad, et afán por el control y dominio de estas zonas dio origen a muchas guerras. En algunos de estos estrechos (Gibraltar), la soberanía todavía es motivo de disputa. Según normas internacionales consensuadas, en los estrechos existen dos zonas de alto mar por donde los barcos civiles y militares gozan de un derecho de paso inofensivo no discutible. La convención de la O.N.U. (Convención de Montego Bay 1982), ha dedicado algunos artículos al régimen jurídico de los estrechos. En particular: «el derecho de paso en tránsito no discutible» por los estrechos que conectan ambas partes de alta mar con una zona económica exclusiva. Este derecho permite a todos los medios, sean militares o civiles, la libre navegación y et sobrevuelo de los estrechos con el único fin de atravesarlos, y presenta la peculiaridad de no ser negociable. Por lo tanto, equilibra la libertad de navegación con la exigencia de un rápido y continuo paso en tránsito que el estado costero no debe obstaculizar.

Cenamos en el Ristorante Tivoli (como haríamos cada noche en el primer turno de las 7 y 30 p.m.), en compañía de tres simpáticas parejas de franceses, una de ellas de la ciudad de Aviñón, la Sra. era peruana y por su educación y look se podía constatar que provenía de la élite cultural de ese país cargado de historia que es El Perú.

Todos los camareros estaban vestidos de blanco rojo y verde, pues se trató de una Fiesta Italiana. Sacaron a las señoras a bailar una tarantela napolitana que la orquesta interpretó antes de los postres. A continuación fuimos al Costa Club Cocktail, invitados por el capitán Orazio D’Aita. Se llevó a cabo en el Teatro Colosseo. Nos sacaron una foto con el capitán, la cual nos fue ofrecida al día siguiente.

Eran las 9 y15 p.m. y nos quedamos en el Teatro Colosseo para disfrutar del espectáculo “Casino” con los bailarines Afro Arimba: Kaylieight, Rosalyn, Jessica, Ashton, Lucie, Norbert, Mandla y Carl. Todo acompañado por la bella voz de Michael Riet.

A continuación fuimos al “Carnaval Italiano” en Il Piazza Navona seguido del baile “Todos a la pista”. Los jóvenes siguieron a la discoteca, imagino que hasta el amanecer, mientras que nosotros regresamos al camarote donde encontramos como regalo una reproducción del barco en metal, sobre base de madera, lo que le ha gustado mucho a mi nieto, a tal punto que lo puso sobre su buró.

Fue una noche de luna llena y se produjo una marejada muy fuerte, lo que hacía que pareciera que estábamos en una hamaca. Cuando salí al balcón me impresionó mucho. Nunca había visto algo igual. Lo podrás constatar en la foto que te envío. Pero llegamos al amanecer a la bella isla de Madeira vivitos y coleando, como decimos en la Perla de Las Antillas. Esa noche una fuerte tormenta estaba azotando las costas de España y Francia.

Mañana te contaré sobre los dos días que transcurrimos en esa isla que escogió el antepenúltimo dictador de nuestra Patria como tierra de exilio.

Un gran abrazo desde La Ciudad Luz,

Félix José Hernández.

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