Tráfico de Influencias en la Sacristía

Fernando Lugo durante el momento artístico. Foto: Fernando Lugo APC

Por Luis Agüero Wagner

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El gobierno que prometió el cambio acabó batiendo todos los récords en materia de tráfico de Influencias

Dijo Lichtenberg que los santos esculpidos han ejercido en el mundo mucho mayor influencia que los vivos, aunque sin lugar para las dudas en el gobierno del cura Fernando Lugo éstos últimos se hayan llevado la parte del león.

Pocas veces durante la transición democrática paraguaya la desvergüenza llegó a los niveles que alcanzó con el gobierno arzobispal del cura que en su momento presentara la prensa inescrupulosa y venal como el “obispo de los pobres”. Lugo fue el primer presidente, ciertamente, cuyas amantes se jactaron en las redes sociales de embolsar grandes sumas a través del tráfico de influencias, el primero en pagar a sus abogados sus servicios con nombramientos en entes del estado, el primero en silenciar los casos de sus hijos no reconocidos con casas en terrenos fiscales, en nombrar amantes con las cuales comparte hijos como directoras de entes binacionales, el primero en llenar desvergonzadamente con funcionarios con su mismo apellido la administración pública.

Esta semana los periodistas Horacio Enciso y Cristian Cantero destaparon al enésimo escándalo por tráfico de influencias en el gobierno luguista, al denunciar que el “primazo” Luis Vigo Lugo, director de la Compañía Construcciones Civiles SA, ganó una jugosa licitación para reparar rutas del interior del Paraguay. La empresa, según trascendió, también tiene jugosos contratos en Yacyretá.

Lugo tampoco tuvo pudor para ubicar a una enorme legión de parientes en entes públicos, entre ellos Mercedes Lugo de Maidana, su hermana a quien nombró primera dama a pesar de ser mundialmente conocido que a pesar de ser cura, tiene más mujeres que un sultán para tal menester. Tampoco se privó de proveer de sus respectivos zoquetes a los sobrinos Fernando, Mirtha Maidana, Félix Mendez, Guillermo Lugo, Daniel Maidana y su esposa Lourdes Altamirano, Angel Maidana y Sonia Maidana. Por supuesto que las madres con hijos no reconocidos del cura que tuvieron la osadía de exigir sus derechos, como Hortensia Morán, quedaron fuera del reparto de la torta.

La lista seguía con Luis Paciello, esposo de su hija Fátima Rojas. Lo peor del caso es que entre la mayoría de sus cortesanos cundió el ejemplo, y así los ministerios se saturaron de parientes de los respectivos ministros, y los distintos entes con allegados a sus respectivos directores.

En tal sentido, su secretario Miguel Ángel López Perito se llevó las palmas, contratando a los diez hermanos de su amante de turno en oficinas públicas con jugosos sueldos, y entre ellos incluso encontró su lugar como director de DINATRAN el tristemente célebre David Yinde, luego rajado de manera infamante en medio de un escándalo por coimas.

La esposa de Marcial Congo, a su vez, logró el sueño dorado de trabajar en Itaipú, y otro tanto hicieron los respectivos parientes de Paková Ledesma y muchos otros héroes del cambio.

No fue diferente el destino que corrió la “prensa independiente”, siendo un ejemplo emblemático lo que aconteció con Humberto Rubin y su numerosa familia. El zoquete concedido a la matriarca feminista al servicio de un cura polígamo y misógino sirvió para obtener una verdadera legión de adulones y cortesanos, ávidos de amortiguar escándalos y anestesiar audiencias con el objetivo de preservar los privilegios de siempre.

El quinielero arzobispal Jorge Escobar, una figura emblemática del “cambio” luguista, se ganó su lugar indiscutible en la corte del cura de los hijos no reconocidos como cara visible de la polémica empresa MepShow, que vació las arcas de la DIBEN y estafó a todos robando al estado paraguayo. Hasta ahora sigue resistiendo en su local de la confitería Madelaine sobre la avenida España, que se le pide desaloje, con la esperanza de perpetrar alguna estafa más antes que termine el gobierno del “cambio”. Cuenta para ello con sus muy buenas relaciones con personajes encumbrados de la corte luguista como Zuny Castiñeira o Marcos Fariña.

La corrupción que imperó en los entes que administraron figuras emblemáticas del luguismo como Camilo Soares, no quedó a la zaga de los casos arriba mencionados.

Es que como lo advirtiera Daniel Defoe, allí donde Dios erige una iglesia, el demonio siempre levanta una capilla; y si vas a ver, encontrarás que en la segunda hay más fieles.

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LAW, el Dreyfusard