Argentina: Contar la historia o inventarla: cuando se lo cuestiona, el relato queda desnudo por impericia.

La muerte de Eric Hobsbawm, quizás el mayor historiador global del siglo XX, quien logró la reconciliación de los lectores con el amor por la historia contemporánea aunque siendo un marxista consecuente, pone de relieve que la historia debe ser contada y estudiada académicamente y en forma rigurosa, asimismo, ésta debe ser escrita y contada de manera que esté al alcance de un público masivo. Contraponiéndose a ese espíritu los seudo intelectuales e historiadores cristikirchneristas intentan reinventarla logrando que el relato desnude las falacias.

Historia del siglo xx – Eric J. Hobsbawm. Foto: Vivlioteca

“Los historiadores tienen sus propios sentimientos pero ellos no deben interferir con las pruebas. No pueden inventar: deben guiarse por los hechos” explicaba el historiador inglés, a diferencia de los ineptos –cuando no falaces y obsecuentes- seudo historiadores e intelectuales K, él se esforzaba por comprender, no por alinearse o ser aprobado por sus compañeros de militancia; su legado esencial es una inmensa obra intelectual y una honestidad moral que puede resumirse en una frase: “la historia no se manipula”, se investiga y los hechos acaecidos son descriptos desde una posición política, pero jamás pueden ser tergiversados. Reescribir ideológicamente la historia, como pretenden seudo historiadores nacionales es “usar el pasado para legitimar el presente en beneficio de los que ejercen el poder”, la historia como disciplina empezó cuando se tomó distancia de los mitos, cuando el poder político manipula el pasado, no hace historia: “construye mitología”.

Aunque la historia esta abierta siempre a nuevas pruebas e interpretaciones, la base es la crítica, nunca el dogmatismo y la ceguera, y muchísimo menos la obsecuencia o la tergiversación de aquellos para lograr un determinado fin, este es precisamente el camino y la característica reincidente del cristikirchnerismo, esa permanente distorsión oportunista de la historia, desde definirse como “los mejores de los últimos 200 años”, a la reescritura inconcebible del prólogo del “Nunca Más”, pasando por el delirio interpretativo que permanentemente hacen gala adjudicando a supuestos complots opositores errores propios o hasta simples preguntas realizadas a la Presidente por periodistas, estudiantes o simples ciudadanos. Un verdadero disparate que dejan en la superficie la “profunda ignorancia sobre lo que es el periodismo o una universidad, esté esta donde esté, aquí en La Matanza o en un país desarrollado”; cuando alguien pregunta, sólo cabe una actitud democrática de parte de quien detenta el poder: “las respuestas”. Supongamos por un instante, aunque sea delirante y hasta estúpido, que la hipótesis oficial sea cierta: “¿cuál y dónde está el complot, en lograr que periodistas o estudiantes y pueblo pregunten?”.

El relato y la historia oficial está en serios problemas y su pretendida épica enciende cada vez menos pasiones, quedó súbitamente desnudo, mostrando su verdadera naturaleza, construida adobe por adobe por un discurso-relato al que la realidad ha comenzado groseramente a desmentir; queda, debemos ser conscientes, una minoría intensa, gritona y muy omnímoda que busca mantenerlo vivo pero, como quedó claro en la última quincena de setiembre y más allá de Foster, Laclau y Feinmann, cada día le cuesta más hacerlo pasar por verídico y cierto. Cristina Fernández tropezó en la tribuna académica, donde fue llevada para mostrarse, con la certeza de que el relato-discurso “no admite la interrogación porque así queda expuesta su endeblez”. ¿Acaso es tan endeble el relato del Gobierno que no resiste cinco o seis preguntas? ¿Cómo llegaron a este punto tan débil? Porque debemos aclarar que las preguntas eran extremadamente sencillas, las mismas que le haría cualquier ciudadano: el cepo al dólar, la adulteración de las cifras del INDEC, la corrupción galopante y extendida en todos los ámbitos del poder y el ataque a la prensa no complaciente. Ni siquiera le preguntaron por los subsidios indiscriminados a los ferrocarriles y las víctimas que éstos provocaron, o los dineros despilfarrados en Aerolíneas y Austral, o porqué se expropió CVS la ex Ciccone de Boudou y Vanderbroele, o el porque de la expropiación del 51% solamente de Repsol, o por los dineros de las AFJP y tantas otras cuestiones un poco más embarazosas.

Contradiciendo la sapiencia de Hobsbawm, ¿y yo me extraño?, el seudo filósofo oficialista Juan Pablo Feinmann se descolocó con una explicación sicologista, más propia de un barrabrava que de un intelectual que se precie de tal sobre el supuesto “odio a la Presidente” aunque sin aclarar porqué unas y otros –muchos más de los que se creen- no la odiaban el pasado 23-O, debería ser contratado como guionista de “Odol pregunta”, las encuestas últimas dan testimonios de estos problemas que se reflejan en una notoria caída de la imagen de Cristina, impidiéndoles a los escribas del relato atribuírsela fácilmente a la manipulación mediática. Por el contrario certifica claramente un “estado de ánimo que traduce un profundo malestar popular” concreto y que trasciende las clases medias y comienza a erosionar hasta las clases bajas. Los reclamos salariales de Gendarmes, Prefectos, Policías, Marinos y suboficiales de Ejército no son otra cosa que la expresión grave de dicho descontento y malestar popular. Quien pretenda ver otra cosa es un hipócrita, un cínico y un desvergonzado, atribuir un simple y concreto reclamo salarial a un “golpe institucional es apenas otro de los relatos para victimizarse”.

En su infructuoso afán por tapar las “goteras del relato”, el Gobierno y sus escribas –algunos heredados del menemato (O’Donnel, Pigna, etc.)-intenta con éxito adverso ocultar que han aparecido “límites claros y demasiado tempranos” en este su segundo mandato recién iniciado y que la autosucesión indefinida, sintetizada en el ruego de Diana Conti de la ”Cristina eterna”, tal como antes era Néstor, Cristina, Néstor, Cristina, etc., etc., o el de ayer luego del acotado triunfo de Chávez Frías expresado por D’Elía, cada día está más lejos; esa distancia propia de la impericia del Gobierno ante el “nuevo clima político y económico” es la que hace que el peronismo, hoy totalmente marginado de las decisiones –los hasta hace poco oficialistas y los que siempre los enfrentaron- haya comenzado a despabilarse “por si debe volver a intervenir para definir como seguirá la cuestión para el 2015, o sea para el post cristikirchnerismo”. No solo fue el papelón de CFK en EEUU, o las idas y vueltas con la cuestión Irán que tanto impactaron en la colectividad judía, o más acá la cuestión aún irresuelta de Gendarmes y Prefectos, o el intento de desplazamiento del Auditor General de la Nación -el Dr. Despuy- porque les molesta que los investiguen y controlen, así como la “impropia e inconstitucional amenaza” del Ministro Julio Alak sobre el Dr. Tettamanti, sino que lo que quedó muy en claro es porqué el relato no resiste y queda totalmente desnudo.

Cristina al verse “desnuda del relato” ejecutó aquello que siempre ejecuta ante las adversidades y “ejecutó la veta de la descalificación dejando estupefactos hasta a sus propios adeptos” por la profundidad de la ofensa a nuestros propios estudiantes matanceros rebajados injustamente a un nivel de inferioridad académica y social insólita para un presidente argentino y más de uno que se “jacta de la inclusión social y de su declamada solidaridad popular”. ¡Verdaderamente se le escapó el “gorila antiperonista” que lleva bien adentro!, reflotó aquel furcio expresado aquí en Casa Rosada cuando aceptó que contestar preguntas de la prensa era “hablar contra sí misma”; Cristina muestra con absoluta claridad como ante la adversidad, sea cual fuere, se “expone su naturaleza dictatorial y una arrogancia y soberbia inútil para disfrazar la verdad y por lo tanto la realidad”, el relato pierde eficacia y en vez de enamorar, exaspera, muestra la inutilidad de la red de propaganda y de aduladores y aplaudidores que se ha montado con el dinero del pueblo y la complicidad, y el negocio, de muchos.

¡A Cristina Fernández la traicionó su propia naturaleza! El escenario internacional, buscado para recomponer su imagen interna deteriorada, se convirtió en una total catástrofe. Volvió de EEUU y se paseó por Lima, Perú, intentando restañar sus heridas, pero el conflicto laboral de las FFSS le arruinó nuevamente la fiesta y tuvo que volver de apuro, a siete días de iniciado el conflicto, el estado de insubordinación –producto de la impericia del Gobierno que intentó forzar a las cúpulas a resolver lo que sólo él podía hacer- continúa, es más se puede decir que se agrava pues el cristinismo duro solo conoce el camino de salir hacia delante echando nafta (esa que importamos por la incapacidad de YPF estatizada de refinarla) al fuego; y aunque intente mostrar autoridad “pasando a disponibilidad a los cabecillas”, luego de que el Secretario Berni firmare y prometiere lo contrario, el Gobierno hace lo que nunca admitió: “negocia con los integrantes de las fuerzas de seguridad, como antes Puricelli negociara con las fuerzas armadas para ocultar los descuentos de haberes”, práctica que no ejercitó nunca antes y que se basó en la creencia de que hacerlo era una debilidad.

Aquí vuelve a aplicar la metodología que lo llevó a romper con el sindicalismo no contumaz, y así como dividiéndolo cree poder dominarlo, algo que el tiempo y la historia previa le demostró y demostrará que es contraproducente, ahora con las fuerzas de seguridad intenta el mismo camino, alejándose de quienes eran hasta ayer apenas casi sus únicos sostenes confiables. Una porción pequeña del cristikirchnerismo, esa que encarna la fracción más radical y obsecuente –la que sabe que desaparece junto con ella- y la menos o nada peronista del oficialismo, en su desmesura y estupidez supina “agita el fantasma del golpismo”, esa denuncia de conspiración destituyente, que no encontró ningún adepto, salvo ellos mismos, no alcanza a esconder la enorme y gigantesca impericia administrativa y política que desembocó en esta inédita y estúpida protesta –causada por la idiotez y la impericia de Axel Kicillof, que luego se escondió detrás de Lorenzino- de las dos fuerzas que, en el imaginario afiebrado de Berni y de Garré, se iban a comportar “como la guardia pretoriana más leal en casos de emergencia social extrema”, esas mismas que utilizaron para desarmar las protestas de los trabajadores de izquierda de Kraft o la de los camioneros en la destilería de La Matanza.

Es verdaderamente notable como han quedado atrapados y expuestos en una interpretación de la historia de la que no pueden desembarazarse, pues tienen dos problemas básicos: “1º. No leen bien la realidad política y económica actual y 2º Además, se creen otra cosa de la que realmente son”. Los reclamos obreros, tanto como los de las fuerzas de seguridad o militares deben canalizarse por otras vías distintas a una asamblea tumultuosa, pues en esa práctica se está en contra de la verticalidad y del ordenamiento jerárquico propio de la organización militar y hasta de la sindical. Al fracturar al sector sindical, al igual que al darle entidad a organizaciones sindicales sin personería –CTA, metrodelegados, delegados de base de Kraft u otras empresas- sólo se logra atomizar y desjerarquizar la verticalidad y el ordenamiento natural que siempre sirvió para subsanar (diálogo y negociación mediante) los conflictos laborales en todo el transcurso de nuestra historia.

Son tan entupidos y engreídos que al anunciar la “solución”, sin que esta existiere, del conflicto que sigue totalmente abierto y que se encamina a profundizarse, se trató de mostrar que si persiste es “porque hay otros motivos que nada tienen que ver con el reclamo salarial”, pero los verdaderos responsables de que esto suceda son los responsables del área porque han quedado abiertamente desairados por el propio Gobierno Cristina; las internas oficialistas ya no se pueden disimular ni ocultar: Nilda Garré y Sergio Berni se sacan chispas y se odian y desconfían profundamente, a su vez Puricelli, el Ministro de Defensa al que se quiso defenestrar hace equilibrio reduciendo aportes a las obras sociales de las fuerzas armadas para que éstas no sufran los recortes ideados por Kicillof. La única realidad es que los decretos que desataron el conflicto fueron firmados por Cristina Fernández, Abal Medina, Lorenzino y revisados por Zaninni, o sea toda la línea del Gobierno Cristina. ¡Incapaces de corregir y reconocer los errores, el Gobierno busca responsables, como siempre, afuera para trasladarles sus desventuras!

Sus continuas y groseras equivocaciones, irresponsables acusaciones, trasmitidas por patéticos y payasescos funcionarios y legisladores que más que hablar para el pueblo lo hacen para quedar bien a los oídos de una irascible Presidente, tienen el efecto contrario al buscado y vuelven sobre los acusadores como una burla y una burda patraña carnavalesca, el Gobierno cristikircknerista se resiste a aceptar que los tiempos de la bonanza y de la “opulencia económica ficticia que tan buen resultado les diera el pasado 23-O” han cambiado, que ya nada será igual.

Buenos Aires, 9 de Octubre de 2012.

Arq. José M. García Rozado

MPJIRucci – LIGA FEDERAL –

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