Venezuela: Declaració​n (A) ante la muerte de Hugo Chávez

tituloyhormiga

Recibido desde ellibertario@nodo50.org

¡Ni en duelo, ni en celebración!: ¡Llegó la hora de la autonomía de las luchas sociales!

Cuando se suman una gravísima dolencia, atención médica condicionada a
miopes decisiones políticas, y un paciente alucinado de poder, solo cabía
esperar este final: el caudillo ha muerto, con lo que tenemos un cambio
sustancial en la escena política venezolana.

En un instante, lo que fue mayor fortaleza del régimen se convierte en su
debilidad esencial: Chávez lo era todo y, al faltar, sólo queda conjurar
la fidelidad absoluta hacia su recuerdo con la obediencia a sus
disposiciones sucesorales, evidenciando lo endeble de un gobierno que
buscó reforzar su supuesto carácter “socialista y popular” con la práctica
de un grotesco culto a la personalidad, ahora convertido en vacía
invocación a las ánimas. El propio occiso es el principal responsable de
este desenlace. El secretismo que rodeó a su enfermedad era movido por los
mismos resortes de la centralización extrema del poder, lo que a falta de
coherencia ideológica interna deja a sus seguidores enfrentándose entre sí
por la herencia del mando, con clara ventaja para los altos burócratas
rojos-rojitos y la casta militar, en labores de negociación asegurando
impunidad para sus corruptelas.

En cuanto a la oposición de derecha y socialdemócrata, la nueva situación
les encuentra sin haber superado las derrotas en las presidenciales del
7-O y las regionales del 16-D, comicios en los que se habían comprometido
con abultadas ilusiones y con la oferta de un “populismo sifrino”, jurando
a los votantes mantener y ser eficientes en el uso de los instrumentos
clientelares que tanto le valieron a Chávez. Ahora, esta oposición
acomodadiza quiere creer que una fortuita metástasis por fin ha puesto a
su alcance el ascenso a ese poder político del que sus ambiciones,
errores, pereza e incompetencia los ha alejado por largos años, poder que
ejercerían con similar necedad y afán depredador al que ha practicado la
boliburguesía chavista.

Frente a ese cuadro de cálculos mezquinos y oportunistas, que iguala al
Gran Polo Patriótico y la oposición de la Mesa de Unidad Democrática,
tenemos la grave situación del país: inflación desbocada, creciente
desempleo y precariedad ocupacional, devaluación monetaria, espantosa
inseguridad personal, crisis en los servicios de agua y electricidad,
educación y salud por los suelos, falta de viviendas, obras públicas
obsoletas o en ejecución atropellada, atención sólo demagógica para las
extremas carencias de los más necesitados, y un etcétera que no por largo
es menos nefasto.

Esos problemas no son la preocupación central de los dos bandos en
contienda por la Silla de Miraflores y el botín petrolero. Por ello,
nuestra respuesta colectiva debe despreciar su chantaje de exigirnos
respaldo electoral a cambio de soluciones que nunca llegan o son
ridículamente incompletas. Esta es la hora de desbordar a esas cúpulas
podridas y construir, desde abajo, una verdadera democracia, con igualdad,
justicia social y libertad. Hay que potenciar la indignación generalizada
por la situación que padecemos, convirtiéndola en luchas sociales
autónomas, extendidas y autogestionadas, diciendo claramente a los
políticos del poder que no los necesitamos como intermediarios u
otorgantes graciosos de lo que desde abajo y unidos podemos cosechar, sin
necesidad de “manos blancas” o “boinas rojas”.

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